Nuestra excursión de hoy comienza en autobús, y consiste en subir hasta una montaña y bajarla luego en un ferrocarril, siguiendo la ruta que hacían los antiguos buscadores de oro. Nuestro guía es muy gracioso, o eso me parece intuir por lo que se rien los demás, entiendo ingles, pero este tio habla muy rápido y no le pillo las gracias, también es cierto que la mayoría del camino no le presto atención. El autobús es pequeño y va lleno, lo que significa que mi pareja y yo vamos a ir muy incómodos. Para colmo hay mucha niebla y en el camino de subida no vemos absolutamente nada, se intuye que esta lleno de montañas verdes y estupendas, pero no las vemos. Cuando llegamos arriba del todo, y antes de subirse al tren, hay que volver a pasar inmigración. Por suerte esta vez es para volver a entrar en Canada, la agente sube al autobús, y entre bromas y risas comprueba que todo el mundo lleva el pasaporte, nos desea que disfrutemos del viaje y pasemos un buen día. Una vez mas quedamos encantados con la actitud de los canadienses, claro que para bajar del tren habrá que pasar por los americanos.
El viaje en tren es muy bonito, al principio seguimos sin ver nada y nos cabreamos un poco, pero a medida que descendemos un poco se despeja y podemos contemplar, una vez mas, el increíble paisaje de Alaska. Esto nos hace preguntarnos como fue posible que alguien vendiese esos territorios por tan poco dinero, unos 70.000 dólares. Puede que suene mucho para la época, pero es que de verdad que tanta belleza no tiene precio. También nos parece increíble (y maravilloso) que los americanos no hayan construido algo parecido a Las Vegas pero en medio de la naturaleza. Si estuviésemos en España, Alaska parecería Benidorm, por nombrar solo un sitio. Bueno, pues que el viaje en tren merece la pena, aunque haya que soportar el viaje en bus, al que por cierto volvemos para que nos lleven a almorzar.
Por suerte para nosotros esta vez el viaje es mas corto. El almuerzo tiene lugar en lo que representa ser un antiguo campamento de buscadores de oro. El almuerzo no esta mal, salmón y pollo. Pero lo que esta realmente bueno es la salsa que le ponen al salmón.
El sitio esta bastante bien hecho, al menos la cantidad de moscas me pareció muy real, por suerte el comedor esta bastante alejado de lo que representa ser el campamento. Las tiendas en las que dormían y vivían también están conseguidas, entre otras cosas porque están sucias de verdad (por no usar otra expresión). Después de dar una vuelta por el campamento y la correspondiente tienda de regalos, nos sentamos en un cobertizo de madera que hace las veces de teatrillo. Allí nos ofrecen la representación de un antiguo poema, en clave de humor claro. Puesto que las chicas son, supuestamente, prostitutas la mayoría de los chistes recaen sobre los señores. El espectáculo no está mal del todo, al menos se nota que le ponen ganas, y teniendo en cuenta que lo deben hacer unas cuantas veces al día es de agradecer. De todas maneras la naturaleza gana una vez mas la partida a los humanos, no es por hacerles de menos, pero no pueden competir con su entorno. Ellos estarán acostumbrados, pero para mi ver ardillas correteando por la mayoría de los árboles es algo inusual, y no puedo dejar de buscarlas. Cuando acaba la representación pasamos a buscar el oro. Se como suena, pero acaba resultando divertido. Cada uno recibe su plato (convenientemente oxidado) con unas cuantas piedrecitas en el fondo y una pequeña bolsita transparente. Nos colocamos alrededor de unos abrevaderos de madera llenos de agua, llenamos un poco el plato y lo remueves hasta que en el fondo aparece algo de color dorado. Por supuesto es pan de oro colocado previamente, pero estar allí haciendo el movimiento con el platito es divertido o cuando menos original.
El autobús nos devuelve al pueblo donde nos llevan a visitar lo que antes era uno de los burdeles mas famosos el Red Onion,donde los buscadores de oro iban a beber y a alternar con las chicas.La visita es divertida y hay que reconocer que las chicas,caracterizadas para la ocasión, lo hacen muy bien, y algunas de las habitaciones están conservadas como entonces.La parte de abajo del burdel ahora es un restaurante con camareras también vestidas acordes con el local.
Después de esto nos damos una vuelta por la ciudad y hacemos unas compras. La mayoría de las tiendas son joyerías y tiendas de souvenirs. Hay una tienda con unas camisetas muy graciosas, pero como siempre nadie piensas que la gente pueda usar mas de una 2x, así que nos quedamos con las ganas. Volvemos al barco al mediodía, estamos muy cansados, Los próximos dos días son de navegación, ya dirección Vancouver, así que tendremos mucho tiempo para descansar.
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